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Una Esperanza de Vida a 200 Pies de Altura

Una Esperanza de Vida a 200 Pies de Altura

Responsabilidad Social - Edición 296

Artículo destacado en la Edición 296 de la Revista Aeronáutica, publicación oficial de la Fuerza Aérea Colombiana.

Karen Tatiana, una joven de apenas 18 años, había salido de su casa desde muy temprano para emprender un paseo con sus compañeros hacia un cerro del municipio de Rivera, Huila. Era un día soleado y después de muchas horas de camino los jóvenes llegaban casi a lo alto de la montaña; las condiciones geográficas empezaban a variar. Karen dio un paso en falso y perdió el equilibrio, rodando hacia un precipicio de casi 150 metros.

Sus compañeros angustiados gritaban su nombre, pero ella no respondía, en medio de la angustia y el desespero, uno de ellos se comunicó con los bomberos del municipio y pidió ayuda, mientras los demás buscaban la manera de descender hasta donde estaba Karen, pero era muy difícil por la inclinación del terreno.

Cuando los bomberos llegaron al punto, la joven se encontraba inconsciente, no respondía al llamado del personal que la auxiliaba, en ese momento, todo era incierto, se presumía que por la caída podía tener varias fracturas; no presentaba heridas pero sus signos vitales eran débiles. Sacarla de allí, por medios terrestres era casi imposible, se requería mucha gente y no la había. ¡El tiempo empezaba a correr en contra de la vida de Karen, así que los bomberos tomaron la decisión de llamar a la Fuerza Aérea Colombiana!

A las 10:00 a.m. en el Centro de Comando y Control, CCOBA, del Comando Aéreo de Combate No 4, todo transcurría en calma, el Teniente Jonathan López Hurtado respondió la llamada telefónica de los Bomberos de Rivera quienes pedían apoyo de manera urgente para un rescate.

Ante la situación, se activaron los protocolos y se informó al Teniente Coronel Felipe Ramírez, Comandante del Grupo de Combate No. 41, quien en coordinación con el Centro Nacional de Recuperación de Personal, CNRP, dispuso los medios para efectuar la evacuación aeromédica. La reacción de la tripulación del helicóptero Bell 212, fue inmediata; sería una maniobra difícil, pero no imposible. Debían demostrar valentía, arrojo y pericia con el único propósito de preservar la vida de Karen.

Piloto, copiloto, tripulantes, técnicos especialistas en rescate, recuperadores de personal y médico, corrieron hacia la aeronave; no demoraron en colocar sus cascos, chalecos y equipo de vuelo; todo se ejecutaba de manera coordinada para lograr minimizar el tiempo y llegar hasta el punto donde se encontraba la joven.

El tiempo estimado de Melgar hacia el municipio de Rivera en Neiva es de una hora. Al llegar, vieron lo estrecho del abismo. Llovía insistentemente y el viento pegaba fuerte contra la aeronave; las personas que se encontraban alrededor del precipicio veían como el helicóptero se movía de un lado a otro tratando de descender, luego de tres intentos fue imposible. Aún así, la tripulación no se dio por vencida, el piloto decidió ir hacia el aeropuerto Benito Salas en Neiva, descargar varios elementos pesados que llevaba para ganar potencia.

Se realizó la reconfiguración del Bell 212: desinstalaron las cuatro puertas, bajaron placas de blindaje, maletas de la tripulación y herramientas, solo quedó la grúa de rescate, la canastilla del pararrescatista, los elementos de primeros auxilios y la tripulación. Retornando al punto, la concentración, el trabajo en equipo y la comunicación positiva, se convertían en aspectos fundamentales para obtener resultados favorables en la extracción.Después de dos intentos más, la aeronave logró descender lo suficiente y a 200 metros de altura sobre el terrero el rescatista se preparó para bajar con la camilla a través de la grúa; pese a las dificultades a causa de los fuertes vientos, logró llegar con destreza y tocar tierra firme para extender su mano y brindar el apoyo que necesitaba la joven.

El rescatista, Técnico Tercero Javier Palacios Suárez, sabía que en estas circunstancias no podía darle paso al miedo, por el contrario, era el momento para aplicar todas sus destrezas y habilidades. Habían pasado casi tres horas de ocurrido el accidente, Karen, sin pronunciar una sola palabra, lo miraba fijamente a los ojos. El personal de bomberos brindó apoyo para inmovilizarla en la camilla, sujetarla y así subirla izada de la soga que colgaba del helicóptero.

Mientras tanto, los pilotos en vuelo estacionario toman referencias visuales para mantenerse a nivel, realizan cálculos de rendimiento para administrar la potencia de la aeronave y en comunicación constante con el Técnico Operador de Equipos de Rescate, TER, saben lo que está pasando en tierra, la indicación al piloto es que la joven está lista para subirla, el Pararrescatista, RP, que asciende con ella siente ansiedad y alegría, la posibilidad de que siga con vida aumenta.

Karen Tatiana Rodríguez fue evacuada hacia el aeropuerto Benito Salas de Neiva y entregada estable al personal de médicos que la trasladarían en una ambulancia al Hospital Universitario para efectuarle exámenes especializados y determinar con certeza su diagnóstico.

Tres días después, la tripulación que realizó el rescate, estableció contacto con el padre de Karen para conocer el estado de salud. Un personal del CACOM 4 viajó hasta Neiva donde estaba hospitalizada la joven, pero la sorpresa era que Karen Tatiana o “Tati” como cariñosamente la conocen, no había sufrido una sola fractura, ni un solo rasguño había lastimado su piel, el rastro del accidente eran hematomas producto de los golpes ocasionados al rodar por el precipicio.

Sorprendidos al saber que no le había pasado nada, el Técnico Palacios la abrazó mientras le decía que tenía un ángel muy grande en el cielo que la protegía y Karen le respondió que los únicos ángeles que había visto descender desde el cielo habían sido ellos. Su voz entrecortada por el llanto expresaba su emoción y felicidad, esta experiencia le permitió conocer de cerca la labor de quienes trabajan en la Fuerza Aérea Colombiana, por quienes siempre ha sentido admiración y tenía el deseo de conocer a alguien que perteneciera a esa institución, ahora el sentimiento crecía al de gratitud infinita, porque sabía que habían arriesgado su vida por salvar la de ella.

Un emotivo momento cuando le fue entregado a Karen un símbolo representativo del CNRP, que solo tienen aquellas personas a las que un “Ángel de Metal” les salvó la vida. Karen empuñó en su mano esta moneda y la llevó a su corazón, donde perdurará esta historia de vida.

No solo es una aeronave o un helicóptero de la Fuerza Aérea Colombiana, es un grupo de hombres valientes que con su profesionalismo, entrenamiento, experiencia, trabajo y dedicación, aportan sus habilidades, demostradas en acciones heroicas, logrando entrar a lugares recónditos donde solo ellos pueden llegar para salvar y dar una esperanza de vida.

Este tipo de contenidos y más en nuestras ediciones impresas, donde publicamos información de primera mano sobre las capacidades de las tripulaciones y aeronaves de la Fuerza Aérea Colombiana. Suscríbase a la Revista Aeronáutica en https://www.fac.mil.co/node/8675

Autor
Revista Aeronáutica - Teniente María Eugenia Castaño Garcés/Técnico Tercero Nathaly Martínez Bernal
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