En el fuselaje de mi avión llevo dibujada a una chica, Paola. La pintó uno de mis compañeros de la base aérea. Es mi chica. Nos conocimos una tranquila noche de agosto, como casi todas las parejas, y desde entonces nada se ha interpuesto en nuestro amor. Esa noche era tranquila, demasiado tranquila, como sí la luna conociera nuestro dramático destino. Ella sabía que se avecinaba lo peor”, Conor Thompson.