Todos los seres del mundo natural son bellos y los cocodrilos también. Sin embargo, para el gran poeta que fue Rafael Pombo, parece que no fueran así. De esta manera se inspiró cuando los vio en el río Magdalena:
“Largo, ojiverde y más feo
que un podrido tronco viejo,
pero veloz cual trineo
a pesar del bamboleo
con que anda el animalejo.
Iba un paisano caimán
más hambriento que alma en pena…”