La fundación palmarito y los cocodrilos del llano

Por: Andrés Hurtado García.

Todos los seres del mundo natural son bellos y los cocodrilos también. Sin embargo, para el gran poeta que fue Rafael Pombo, parece que no fueran así. De esta manera se inspiró cuando los vio en el río Magdalena:

“Largo, ojiverde y más feo

que un podrido tronco viejo,

 pero veloz cual trineo

a pesar del bamboleo

con que anda el animalejo.

Iba un paisano caimán

más hambriento que alma en pena…”

Perdonándole al poeta que los ve feos, cuando el mundo de la biología y los que tratan de salvarlos los consideran muy útiles y hermosos, Pombo reconoce que son muy veloces y que los llamamos caimanes.

Colombia, nosotros, somos privilegiados sobre el planeta: nuestro país ocupa solamente el 0,8% de la superficie emergida del planeta, en otras palabras, “casi nada” y sin embargo, poseemos entre el 15 y el 20% de toda la biodiversidad del mundo.

Somos primeros en número de especies de aves, de mariposas, de orquídeas y de colibríes y ocupamos el tercer lugar en especies de reptiles; en este apartado se encuentran los cocodrilos, en Colombia les decimos caimanes. En los años 30 del siglo pasado había 3 millones de caimanes en el Orinoco y en su cuenca. Los peleteros europeos los fueron exterminando en su afán de conseguir sus valiosas pieles. En la actualidad solo quedan en libertad 400 caimanes en la cuenca del Orinoco. Se trata del “Crocodylus intermedius” o caimán llanero. El de la Costa caribe se llama “Crocodylus acutus” y ha sido salvado gracias a la labor de Giovanni Ulloa y Clara Lucía Sierra.

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