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Los páramos, mi premio en la otra vida

Los páramos, mi premio en la otra vida

Texto y fotos: Andrés Hurtado García.

Comienzo con una rotunda afirmación: los páramos son tan importantes para Colombia como la selva amazónica lo es para el mundo. Los páramos dan agua a Colombia y la selva purifica el aire del mundo. En Colombia tenemos 36 complejos paramunos y los principales se encuentran en la Cordillera Oriental. Los páramos son ecosistemas húmedos, ubicados, en términos generales, entre 3.000 y 4.000 metros sobre el nivel del mar en el trópico. Definición que parece hecha para Colombia, país que posee el 60 por ciento de los páramos del mundo; los comparte con países vecinos, especialmente con Venezuela y Ecuador. También hablamos de subpáramo, ubicado hacia los 2.800 metros y de subpáramo, sobre los 4.000. La riqueza biológica e hídrica de los páramos es impresionante y su inmensa biodiversidad contribuye a proporcionarle a Colombia el 20 por ciento de todas las plantas y animales del planeta. Edwin Caicedo en un extenso informe en El Tiempo resume así la biodiversidad del páramo: “Del recurso hídrico que los páramos gestionan se benefician cerca de 16,8 millones de colombianos y se nutren 153 hidroeléctricas… De las 1.159 especies de plantas vasculares que crecen casi exclusivamente en el páramo 730 son endémicas o sea que no existen en ninguna otra parte del mundo”. Los páramos son de una belleza escénica impresionante: sus grandes valles poblados de frailejones semejan ejércitos de fantasmas amigos. Cuando los frailejones florecen sus grandes corolas amarillas llenan de colorido los inmensos valles y peñascos. El virrey don Juan de Ezpeleta ayudó al traslado de la sede de la Expedición Botánica a Bogotá y José Celestino Mutis agradecido lo honró dedicándole el nombre científico de los frailejones, cuyo género es precisamente Espeletia, espeletia con “ese” porque el virrey firmaba con “zeta”. Mutis, el sacerdote gaditano, se quejaba de que la alegría de los habitantes de Mariquita, expresada en fiestas con cohetes, podía quemarle la casa con techo de paja donde guardaba las colecciones de plantas y de animales. En Cádiz, ciudad que acabo de visitar, existe un colegio, un monumento y una plaza dedicados al director de la Expedición Botánica.

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Revista Aeronáutica Fuerza Aeroespacial Colombiana
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